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  • Margarita Rojas

Campiñeando. Valdenuño Fernández-El Cubillo de Uceda

El sábado 15 de febrero sobre las 9:30 h los caminantes llegábamos poco a poco al lugar de encuentro en el bonito pueblo de Valdenuño Fernández, anfitrión en esta ocasión de la partida de nuestra décima marcha de Campiñeando.

Lla mañana amaneció fría pero soleada, presagiando el éxito de nuestro paseo campestre de unos 12 km de recorrido hasta nuestro pueblo vecino el Cubillo de Uceda. Fue bonito y esperanzador ver la cantidad de niños, jóvenes y personas de todas las edades que nos fuimos agrupando con amigos y conocidos de otras marchas anteriores, incluso varios canes participaron y disfrutaron del paseo con sus amos y amigos.

Una vez recibido el avituallamiento, que en esta ocasión fue un tarrito de miel de la Asociación de mieleros de Marchamalo, la botella de agua Font-Vella y la manzana, que durante la caminata disfrutamos, César nos dio la bienvenida y a su vez la salida de la 10ª marcha.

El primer repecho fue el más duro, pero una vez superado éste, el camino siguió llano y fácil de andar.

Afortunadamente no hubo percances de ningún tipo, el grupo se empezó a estirar, avanzando más los más ligeros y ágiles. El sol empezó a calentar según pasaba la mañana, lo que hizo que casi todos nos despojáramos como cebollas de nuestras ropas de abrigo.

En las paradas de descanso y graciosamente cronometrado por César, Manuel Rivas, conocido vecino del Cubillo de Uceda, nos iba contando historias de aquellas tierras. Una curiosa anécdota de un antiguo asentamiento humano por las tierras de Pedro Crespo y Valdehaz, contó todo sobre la orografía, agricultura, su flora y fauna. Interesante información que nos transmitió Manolo, estudioso hombre dedicado a estos menesteres.

Pasadas casi tres horas, vimos la iglesia de El

Cubillo, de la que destaca su precioso ábside mudejar, que indicaba que la llegada a nuestro destino estaba cerca. Cuán grande fue nuestra sorpresa, cuando vimos que la avanzadilla tomaba un camino de rodeo de más de 2 km. Con todo nuestro cansancio y las ganas de llegar les seguimos.

Algún que otro tramposillo-tramposilla siguió de frente para acortar el camino, encontrándose con tierra de labranza muy difícil de pasar andando, una simpática anécdota de esta jornada. Por el camino hacia la ermita de la Virgen de la Soledad paramos para plantar el árbol que simboliza el final feliz de nuestra décima marcha. Donado, como siempre, por Viveros Sánchez.


Por fin llegamos a la plaza del Ayuntamiento, allí estaban esperándonos el grupo de logística de Campiñeando, Lucía, María, Fernando y Nacho que nos repartieron unos bocatas de chorizo salchichón con un refresco, que previamente habían ayudado a preparar amigos y vecinos del Cubillo, nos supieron a gloria bendita un manjar para nuestros hambrientos paladares.

En grupos nos ubicamos por la plaza tomamos asiento, bien a la sombra bien al sol, dependiendo de lo que cada uno deseara en ése momento. Disfrutando de este rico tentempié, el ambiente distendido y amigable fue el colofón a esta actividad saludable y muy recomendable para más ocasiones.

Gracias a todos los que habéis hecho posible este encuentro una vez más y a los patrocinadores en general y a todos los participantes, emplazándoles para la próxima marcha.

Muchas gracias.

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