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Día de Todos los Santos - Halloween

  • Maya Gil
  • 26 nov 2018
  • 2 Min. de lectura

El tres de noviembre fue un día completo:


Por la mañana, “Campiñeando”, un grupo bastante numeroso de villasecanos realizamos el recorrido Casa de Uceda- Matarrubia. Quiero dar las gracias desde aquí a los organizadores y a todas las personas que nos recibieron tan bien, tanto en Casa de Uceda como en Matarrubia.

Por la tarde, los niños se pintaron y disfrazaron para acudir a la reunión que tuvimos al anochecer, en la que disfrutamos de una merienda-cena muy familiar, distendida y agradable para dar buena cuenta de las viandas preparadas para la ocasión y donde también compartimos los postres tan ricos que llevaron Alicia y Gloria: los puches, típico plato que en la noche del treinta y uno de noviembre, víspera de la festividad de Todos los Santos, se comía en todas las casas del pueblo y no como postre sino como primer plato. Se compartió también tarta de Laura y pastas de lo que ahora llaman Halloween.

Al final de la cena, hice un recordatorio dirigido especialmente para los jóvenes y niños, sobre las tradiciones de Villaseca en la festividad de Todos los Santos, todas ellas derivadas de las antiguas costumbres celtas y que se habían transmitido oralmente de padres a hijos, de generación en generación hasta nuestros días, con el ánimo de que no entren en el olvido, anuladas por las nuevas tendencias importadas de E.E.U.U.

Enumero algunas:

-. Tocar la campana a clamor el día treinta y uno por la noche.

-. Untar puches en el picaporte de las puertas.

-. Colocar calabazas con faroles o velas dentro en lugares oscuros del pueblo y disfrazarse de fantasmas los más decididos.

Emulando estas tradiciones, después de la cena se tocó la campana y los niños y algunos mayores disfrazados recorrieron el pueblo llamando a las casas amigas, en las cuales les dábamos chucherías. A nuestro grupo se unieron otras personas que también estaban celebrando esta fiesta y se alojaban en una las casas rurales.

En el pórtico de la iglesia, Andrea hizo una escena teatral de zombis que junto con otros disfrazados que iban apareciendo por las calles del pueblo, atemorizaron a algunos niños, sorprendieron a otros y disgustaron a algún mayor.

Así se terminó la noche en un ambiente familiar y distendido como lo habíamos empezado.

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